Una alimentación balanceada son la clave para el crecimiento, desarrollo y aprendizaje en los niños. Sumado a ello, beneficia en gran medida su mente y los previene de sobrepeso y problemas de salud que podrían presentarse en cualquier época de su vida.

De acuerdo a los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos, cada padre de familia o tutor deben ser conscientes de promover los buenos hábitos alimenticios desde la temprana edad.

Una de las ayudas que otorgan al pequeño es que le ayudan a crecer, aprender, desarrollar músculos y huesos fuertes, tener energía, mantener un peso saludable, evitar relacionadas con sobrepeso, obtener nutrientes y sentirse bien con sí mismo.

A pesar de que en ocasiones un niño puede rechazar algún alimento porque no le guste, será labor de cada padre intentar más veces o combinárselos con otros para que lo añada a su gusto.

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Pero, ¿cuáles son los cuatro alimentos que no deben faltar en la dieta?

Proteínas: todo niño necesita proteína para tener energía que se mantengan y ayude al desarrollo de músculos y órganos. Las mismas pueden estar en las carnes, pollo, pavo, frijoles, guisantes y lentejas, pescado y mariscos horneados, asados, al vapor o a la parrilla, huevos y nueces.

Carbohidratos: estos otorgan energía, minerales y fibra. Estos están presenten en las verduras, avena, pan integral, cereales sin azúcar calientes o fríos. Además hay que limitar los productos a base de harina blanca, arroz blanco y dulces.

Leche y otros productos lácteos: la leche, el queso y distintos tipos de yogur son fuente de calcio que ayuda a mantener los huesos y dientes sanos; eso sin dejar a un lado que dan vitaminas y minerales.

Frutas y verduras: a cualquier edad, las frutas y verduras ofrecen una amplia gama de vitaminas y minerales que ayudar a la reparación de los tejidos.

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