Son diminutos, miden 3% del diámetro de un cabello humano, pero representan un alto riesgo. Son partículas de polvo que pueden inhalarse profundamente en los pulmones y algunas pueden incluso entrar en el torrente sanguíneo. Su nombre: PM2.5 y puede contener una variedad de componentes peligrosos, como metales, compuestos orgánicos y productos químicos sulfatados.
La contaminación ambiental, alimentada por incendios forestales, emisiones industriales y vehiculares, es una fuente importante de PM 2.5. Estas partículas contribuyen significativamente a la mala calidad del aire y aumentan el riesgo de infecciones respiratorias agudas, especialmente en grupos vulnerables.
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Durante la Semana Santa, se observa un preocupante aumento del 25 al 30 por ciento en las visitas a salas de emergencia relacionadas con problemas respiratorios debido a la contaminación ambiental. Además, el 70 por ciento de las consultas en centros de salud están vinculadas a afecciones respiratorias, destacando casos de enfermedades crónicas.
Las consecuencias de la exposición al PM 2.5 pueden ser graves y a largo plazo, incluyendo enfermedades neurológicas y cardiovasculares, así como un aumento del riesgo de autismo en bebés en gestación.
Es esencial tomar medidas preventivas, como la vacunación contra enfermedades respiratorias y el uso de mascarillas en ambientes contaminados, para reducir el riesgo de complicaciones.
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