Roma, 26 de abril de 2025 – Más de 200,000 personas se congregaron este sábado en la plaza de San Pedro, en el Vaticano, para dar el último adiós a Francisco, el primer Papa latinoamericano, fallecido el 21 de abril a los 88 años.
Su funeral, cargado de simbolismo, fue una despedida global para un líder que dejó huella como defensor de los más vulnerables.
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Un papa entre los desheredados
Durante la solemne misa, el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, ofició la homilía y rindió homenaje al legado de Francisco, subrayando que su pontificado tuvo “en el corazón a los desheredados, los migrantes y a aquellos que sufren por las guerras”.
“En contraste con la cultura del descarte, él hablaba de la cultura del encuentro”, afirmó Re, provocando una ovación de varios minutos por parte de la multitud que llenó no solo la plaza, sino también la Vía de la Conciliación.
Una despedida mundial
El funeral fue seguido por millones en todo el mundo y contó con la presencia de delegaciones de 148 países y más de 50 jefes de Estado, incluidos Donald Trump y Volodimir Zelensky, así como representantes de diversas casas reales.
La ceremonia fue tan internacional como el mensaje que el Papa siempre transmitió.
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Lampedusa y el muro de Trump: símbolos de su pontificado
Uno de los momentos más conmovedores de la homilía fue cuando el cardenal recordó el primer viaje de Francisco fuera del Vaticano, en 2013, a la isla de Lampedusa, donde cientos de migrantes llegaban diariamente escapando de la guerra y la pobreza.
También fue mencionada su emblemática misa en la frontera de México y Estados Unidos, celebrada a pocos metros del muro construido durante el gobierno de Trump. “Construir puentes y no muros”, fue una de las frases más repetidas por el Papa, recordó Re, precisamente frente al expresidente estadounidense.
Un líder de paz y cercanía
Francisco “fue un Papa entre el pueblo, con el corazón abierto hacia todos”, subrayó el cardenal.
Durante su pontificado, se enfrentó a conflictos armados, injusticias sociales y crisis migratorias, elevando siempre su voz en favor de la paz y la dignidad humana.
Un adiós sencillo pero poderoso
El féretro de madera, recubierto de zinc, fue llevado en hombros por los sediarios pontificios y colocado frente al altar, sobre una alfombra y junto a un cirio encendido.
Encima descansaba un Evangelio abierto, símbolo de su vida entregada al mensaje de Jesús.
Con un silencio solemne y luego un aplauso atronador, el mundo despidió al Papa que eligió vivir con humildad, hablar sin miedo y tender puentes donde otros levantaban muros.
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