Publicado 6 Mar. 2024
Por: Bivian Montoya
Porque Nos Importa: juventud, drogas y parricidio, la sombría realidad que enfrenta Honduras
En medio de un panorama alarmante, donde los jóvenes hondureños parecen perder el rumbo bajo la influencia de amigos de la calle y el consumo desmedido de drogas, el país se ve sacudido por un fenómeno cada vez más recurrente y perturbador: el parricidio.
Este acto desgarrador, que implica el asesinato de uno o ambos padres, refleja una profunda crisis social que exige atención urgente y medidas preventivas efectivas.
Los testimonios de jóvenes en rehabilitación revelan una escalofriante conexión entre el consumo de drogas extremadamente adictivas y la perpetración de actos violentos contra sus propios familiares.
Las alucinaciones y la paranoia inducidas por estas sustancias pueden convertir a quienes las consumen en víctimas y perpetradores de tragedias irreversibles.
"Me pusieron a taparle la boca y lo torturaron dedo por dedo. Andaba ya drogado, yo lo miraba y si no hacía caso a mi me podían matar", dijo un joven en rehabilitación al hablar de lo que hizo estando bajo el efecto de las drogas.
El año 2024 ha sido testigo de dos casos de parricidio que han conmocionado a la nación hondureña. Desde Danlí hasta Omoa, la violencia familiar desencadenada por el consumo de drogas ha dejado un rastro de dolor y desolación.
Las víctimas, muchas veces personas vulnerables como ancianos o enfermos, pagan el precio más alto por la falta de atención a esta problemática creciente.
Las cifras son elocuentes: según el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, en 2023 se registraron 53 casos de parricidio en el país. Detrás de cada uno de estos casos hay historias de conflictos irresueltos, comunicación truncada y una juventud desorientada que busca respuestas en las drogas y la violencia.
Ante esta situación, urge una respuesta integral que aborde tanto la prevención del consumo de drogas entre los jóvenes como la atención a la salud mental de quienes están en riesgo de cometer actos violentos.
La falta de centros especializados y de profesionales capacitados para brindar apoyo psicológico agrava la situación. Es imperativo que las autoridades y la sociedad en su conjunto trabajen de manera coordinada para revertir esta tendencia devastadora y ofrecer un futuro más seguro y prometedor a las generaciones venideras.
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