Elías Daniel, un niño con necesidades especiales, ha superado las secuelas de su trastorno genético con apoyo de sus padres y una escuela especializada.
Su familia enfrentó dificultades para acceder a estimulación temprana durante la pandemia, pero logró recibir asistencia virtual.
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Según la Secretaría de Educación (2023), en el país hay más de 35,000 escolares con capacidades especiales, de los cuales 14,000 tienen problemas de aprendizaje y 13,000 presentan síndrome de Down.
Sin embargo, la capacidad del gobierno para atender esta población es limitada, con pocos docentes capacitados y falta de infraestructura adecuada.
Ante esta situación, fundaciones no gubernamentales atienden solo al 10% de los escolares con capacidades especiales.
Fundaciones en crisis: el riesgo de cerrar sus puertas
Programas como PREPACE brindan rehabilitación a niños con parálisis cerebral, ofreciendo insumos médicos, terapia y alimentación.
La organización está afiliada a 17 instituciones a nivel nacional, pero enfrenta riesgo de cierre por falta de recursos.
Otra fundación, Fundamor, atiende a más de 300 niños, pero ha debido despedir personal por falta de fondos.
En la escuela Eagle, que atiende a 100 niños, el 50% recibe becas, pero su sostenibilidad está en riesgo debido a costos elevados de servicios, renta y salarios, que superan los 100,000 lempiras mensuales.
Los niños con capacidades especiales requieren apoyo adicional para potenciar sus habilidades y desarrollarse.
La falta de recursos afecta la educación, rehabilitación y bienestar de estos menores. Urge apoyo gubernamental y privado para evitar el cierre de estos centros, garantizar becas y mejorar la infraestructura.
Las familias piden donaciones, desde materiales didácticos hasta terrenos para construir escuelas.
La mayoría de los niños provienen de sectores vulnerables y sus padres no pueden costear su educación. El acceso a estas instituciones ha transformado sus vidas.