Comayagua se prepara para recibir la Semana Santa. En pleno corazón de Honduras, esta ciudad se transforma en un lienzo lleno de fe y creatividad. Las calles del centro histórico pronto estarán cubiertas de arte efímero y espiritual.
El alcalde Carlos Miranda anunció que los preparativos ya están en marcha. Las familias locales trabajan intensamente en los diseños y plantillas para dar vida a las alfombras.
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Estas obras, hechas con aserrín teñido, reflejan el compromiso y la devoción de la comunidad. Esta tradición, nacida en 1963 gracias a Miriam Mejía de Zapata, se ha convertido en símbolo cultural.
Año tras año, más personas se suman a esta expresión artística que mezcla religión, arte y herencia local. Es una costumbre que da identidad a Comayagua y une generaciones.

El Viernes Santo es el momento cumbre, cuando las alfombras se exhiben en su máximo esplendor. Justo antes del paso de las procesiones, los diseños representan escenas bíblicas y símbolos de la Pasión de Cristo. Cada detalle es cuidadosamente colocado por manos devotas.
Además de su valor religioso, esta actividad impulsa el turismo en la región. Comayagua ha ganado reconocimiento como la Capital del Turismo Religioso de Honduras.
Miles de visitantes llegan cada año atraídos por la belleza y espiritualidad de esta manifestación única.
Comayagua impulsa la tradición con apoyo municipal
La municipalidad de Comayagua respalda esta tradición religiosa aportando materiales como aserrín y tintes. Gracias a esta colaboración, familias, artesanos y empresas se involucran activamente en la elaboración.
Cada año se estima la creación de entre 50 y 60 alfombras en el casco histórico de la ciudad. Además del impacto espiritual, esta actividad fortalece la convivencia comunitaria entre los pobladores.
El evento representa una oportunidad para que locales y visitantes se unan en un ambiente de fe. También dinamiza la economía mediante el turismo religioso que crece en Semana Santa.
Miles de turistas nacionales e internacionales llegan a Comayagua para vivir esta experiencia única.

La tradición no solo emociona por su colorido, sino por el significado que transmite en cada diseño. Estas alfombras son un puente entre el arte popular y la devoción cristiana.
Su origen se remonta a las antiguas procesiones del Vía Crucis realizadas en España.
En aquel tiempo, los fieles lanzaban flores al paso de las imágenes religiosas. Esa práctica fue evolucionando hasta convertirse en las alfombras que hoy conocemos.
Con el paso de los siglos, esta tradición cruzó fronteras y se afianzó en América Central. Países como Guatemala, El Salvador y Honduras adoptaron esta expresión artística con fervor. Comayagua, en particular, ha elevado la tradición a un ícono cultural de la región.